Los mocos están ahí, aunque no se hable mucho de ellos. Forman parte del día a día y, por raro que suene, pueden decir bastante sobre el estado de salud. Cuando todo va bien, la mucosidad es transparente y pasa desapercibida. Pero basta con pillar un resfriado o tener una reacción alérgica para que cambie de color: blanca, amarilla, verde… no es lo más bonito de ver, pero sí una buena pista de lo que está pasando dentro del cuerpo.
En otros casos, los tonos se oscurecen: rosa, rojo, marrón. ¿La causa? A menudo se debe a pequeñas cantidades de sangre o a partículas suspendidas en el aire, como el polvo o el humo, que irritan las vías respiratorias. No suele ser grave, pero tampoco conviene ignorarlo.

Y aquí viene la gran pregunta: ¿qué dice realmente cada color de los mocos? Aunque suene trivial, la respuesta tiene más miga de lo que parece. La medicina tiene algunas claves para interpretarlo.
Moco transparente: el estado natural
El moco transparente es el que todos conocemos como “normal”. Su función principal es mantener húmedas las vías respiratorias y atrapar partículas externas.
El moco nasal puede volverse más abundante en días fríos o durante episodios de alergia, aunque mientras conserve un color claro, no suele ser motivo de preocupación.
Moco blanco: congestión o deshidratación
Cuando notas que el moco pasa de claro a blanco, significa que está más espeso, menos hidratado y hay una mayor proporción de células inmunitarias.
Este tipo de moco blanco suele aparecer en las primeras fases de un resfriado, justo cuando la nariz comienza a taponarse. También puede darse en casos de sinusitis. Ahora bien, si este síntoma persiste durante más de dos semanas y viene acompañado de fiebre o dolor, conviene no pasarlo por alto.
Moco amarillo: el sistema inmunológico entra en acción
El color amarillo en la mucosidad suele aparecer cuando el cuerpo ya ha detectado una amenaza y ha puesto en marcha su sistema de defensa. Ocurre cuando los glóbulos blancos combaten una infección y, al morir, se acumulan junto a enzimas en el moco, tiñéndolo de ese color.
Aunque puede resultar molesto, este tono indica que el organismo está respondiendo al ataque de virus o bacterias. Ahora bien, si el moco amarillo se mantiene durante más de 10 a 14 días, puede ser señal de que la infección no remite y conviene acudir al médico para descartar posibles complicaciones como bronquitis o sinusitis.
Moco verde: cuando la infección va a más
El moco verde suele ser el siguiente paso si la infección se intensifica. Es una señal de que la respuesta inmunitaria se está reforzando. En esta fase, los glóbulos blancos liberan una enzima llamada peroxidasa, que contiene hierro y tiñe la mucosidad de verde.
Este cambio de color no siempre implica gravedad, pero si se acompaña de otros síntomas, como fiebre, congestión persistente o dolor facial, es recomendable buscar atención médica. En algunos casos, podría tratarse de una sinusitis u otra infección que requiera tratamiento.

Moco rosado o rojo: sangre en escena
La presencia de sangre en los mocos suele impresionar, pero muchas veces tiene una explicación sencilla. Los vasos sanguíneos de las fosas nasales son delicados y pueden romperse con facilidad, sobre todo en ambientes secos o tras sonarse con fuerza.
Sin embargo, si el sangrado es recurrente o aparece sin una causa clara, no debe ignorarse. Puede ser señal de una irritación crónica o de un problema que merece evaluación médica.
Moco marrón o anaranjado: residuos atrapados
Este color suele deberse a la presencia de polvo, partículas ambientales o restos de sangre seca en la mucosa nasal. La tonalidad más oscura puede aparecer tras haber estado expuesto a ambientes cargados o contaminados.
Aunque en muchos casos no es preocupante, sí es una muestra de que el moco está haciendo su trabajo: atrapar y expulsar lo que no debería entrar en el cuerpo. Si el color persiste o hay otros síntomas, conviene revisarlo.
Moco negro: alerta en la mucosa
El moco negro es poco común, pero merece atención. Puede estar relacionado con la inhalación de humo, polvo industrial, polución o incluso tabaco. También puede deberse a sangre seca acumulada.
Este color no debe tomarse a la ligera. Si aparece sin una causa clara, es aconsejable acudir al médico para descartar infecciones fúngicas u otras afecciones respiratorias más serias.

¿Qué hacer según el color del moco?
Cuando la mucosidad cambia de color de forma repentina o persistente, algunas medidas pueden ayudar a aliviar el malestar y favorecer la recuperación:
- Beber abundante líquido para mantener el moco fluido.
- Usar humidificadores en ambientes secos.
- Realizar lavados nasales con suero fisiológico. Te lo contamos aquí.
- Consultar al médico si el color es inusual, persiste o aparece junto a otros síntomas como fiebre, dolor facial o dificultad respiratoria.
Aunque no todos los cambios de color en los mocos son señal de algo grave, conviene estar atentos a la evolución, duración y síntomas asociados.
En definitiva, prestar atención a estas señales puede ayudar a actuar a tiempo, ya sea para hidratarse más, descansar o acudir al médico. Porque a veces, lo que parece un simple moco es, en realidad, una llamada de atención del cuerpo.



