Recibir un diagnóstico de EPOC puede imponer respeto. No es una palabra que suene familiar ni tranquilizadora, y suele venir acompañada de preguntas, miedos y mucha incertidumbre. Pero si preguntamos directamente si se puede vivir con EPOC, la respuesta es clara: sí, se puede. Y no solo sobrevivir, sino también disfrutar de una buena calidad de vida, especialmente cuando se incorporan herramientas como la fisioterapia respiratoria en EPOC, que juega un papel clave en el manejo de los síntomas.

Eso sí, hace falta desmontar unos cuantos mitos:
Lo primero: ¿qué es exactamente la EPOC?
La Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, más conocida por sus siglas, es una afección que impide el flujo normal de aire en los pulmones. Esto se traduce, en el día a día, en dificultad para respirar, sobre todo al hacer esfuerzos. La EPOC engloba dos grandes trastornos: la bronquitis crónica y el enfisema pulmonar, que suelen aparecer juntos.
Según los datos, la causa principal es el tabaco: se estima que entre el 85% y el 90% de los casos están relacionados con el hábito de fumar. Pero no es el único factor. También influyen la exposición prolongada a contaminantes (como polvo o productos químicos), las infecciones respiratorias repetidas y, en algunos casos, una predisposición genética.
Los síntomas más comunes incluyen tos persistente con mucosidad, falta de aliento (disnea) y fatiga. En fases más avanzadas, esa sensación de ahogo puede aparecer incluso en reposo.
Mito 1: “La EPOC solo afecta a fumadores”
Este es uno de los errores más repetidos. Si bien fumar es el principal factor de riesgo, no es exclusivo. De hecho, la Organización Mundial de la Salud estima que una de cada cuatro personas con EPOC nunca ha encendido un cigarrillo. Entonces, ¿por qué desarrollan la enfermedad? A menudo, por haber respirado durante años aire contaminado, humo de leña en espacios cerrados o sustancias químicas en el trabajo.
Por tanto, no se trata solo de tabaco. La EPOC puede afectar a cualquiera que haya estado expuesto a agentes irritantes durante un tiempo prolongado, tenga o no antecedentes de tabaquismo.
Mito 2: “Con EPOC no puedes hacer ejercicio”
Otro mito que conviene quitarse de encima cuanto antes. Es más: el ejercicio puede ser una de las mejores herramientas para convivir con la enfermedad.
Claro, no se trata de salir a correr una maratón. Pero sí de incorporar actividades físicas adaptadas que ayuden a fortalecer los músculos, mejorar la oxigenación y aumentar la resistencia. Caminar, nadar, practicar yoga o realizar ejercicios de respiración guiada son opciones ideales.
Además, moverse tiene beneficios añadidos: reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y ayuda a mantener un peso saludable. Todo suma cuando se trata de respirar mejor.

Mito 3: “Con EPOC tu vida social se acaba”
Nada más lejos de la realidad. Vivir con EPOC implica ciertos ajustes, sí, pero no es una sentencia de aislamiento. Al contrario: mantener el contacto social y emocional con los demás es clave para la salud mental y física.
De hecho, muchas personas redescubren nuevas aficiones tras el diagnóstico. Desde la jardinería hasta la pintura, pasando por el senderismo suave o el canto en grupo, hay múltiples formas de seguir disfrutando, compartiendo y sintiéndote útil y activo.
Eso si, es aconsejable tomar medidas de prevención en algunos casos, sobre todo evitar el contacto con personas que están pasando una infección respiratoria aguda, como bronquiolitis, bronquitis, gripe, COVID, etc. Además de el uso de mascarilla en lugares concurridos como el transporte público o salas de espera.
¿Cómo se diagnostica y trata la EPOC?
El diagnóstico suele hacerse mediante una espirometría, una prueba sencilla que mide la capacidad pulmonar. A partir de ahí, el médico clasifica la enfermedad en distintos grados de severidad y plantea un tratamiento adaptado.
El tratamiento no se limita a inhaladores o medicación. Hoy se apuesta por un enfoque más integral, que incluye:
- Rehabilitación pulmonar: programas que combinan ejercicio físico supervisado, educación sobre la enfermedad y consejos prácticos para el día a día.
- Fisioterapia respiratoria: técnicas para facilitar la respiración y reducir la sensación de ahogo, como técnicas para expulsar mucosidad del pecho y fortalecer la muculatura respiratoria.
- Cambios en el estilo de vida: dejar de fumar, evitar ambientes contaminados, seguir una dieta equilibrada y mantener rutinas saludables.
Todo esto puede marcar una diferencia enorme. Como dijo una paciente tras completar un programa de rehabilitación: “No solo recuperé el aliento. Recuperé mi vida”.
Mitos fuera, realidades dentro
Vivir con EPOC no es fácil, pero tampoco imposible. Es una condición crónica, sí, pero manejable. Y cada pequeño gesto cuenta: desde mantener un entorno libre de humo hasta seguir una rutina de ejercicios, pasando por informarse bien y rodearse de apoyo.
Consejos para el día a día:
- Mantén horarios regulares y descansa lo suficiente.
- Haz pausas activas, aunque sean breves.
- Adapta tu casa para que esté libre de irritantes.
- Busca apoyo emocional y no te aísles.
- Infórmate sobre los últimos tratamientos disponibles.
La EPOC no tiene por qué marcar el final de tus planes ni de tus sueños. Con el enfoque adecuado, apoyo médico y algo de constancia, es posible vivir plenamente. De hecho, muchas personas lo hacen.
Así que, si alguna vez te dijeron que con EPOC no se puede llevar una vida plena, recuerda: es solo un mito más.
Porque adaptarse no es rendirse. Es otra forma —igual de valiosa— de vivir.